14.10.09

Madrid

Adoro Madrid, me encanta mi ciudad. Llevaba seis meses sin pisarla y el sábado pasado, en el tren, el miedo a lo desconocido me hacia temblar. Porque Madrid ya no es mi Madrid. Es otro diferente más centrado en el barrio y menos en las zonas que llegué a conocer como la palma de mi mano desde que comenzara la facultad.

Mi nuevo Madrid es verde, huele a hierba mojada, sabe a comida de mamá y suena a niños jugando en el parque. También es melancólico y asustadizo porque intenta resurgir de las cenizas que yo provoqué cuando prendí fuego a todo lo demás.

Es relajación, dormir hasta las mil, salir con las amigas de toda la vida, quejarme de frio, abrazar a mi madre, chinchar a mi hermano, ponerme la ropa de mi hermana, es relativizar los problemas de la vida diaria en Ceuta... es mi pequeño oasis al que, después de esta primera prueba, sé que podré volver siempre pase lo que pase.

PD: Es curioso, cuando una vive en su propia casa, volver a dormir en el cuarto que ocupo de adolescente. Mirar alrededor y preguntarse en qué demonios pensamos cuando tenemos 17 años y en ese momento, cuando nos sentimos muy adultos, notar que la sonrisa acude a nuestros labios, pellizca nuestro corazón y nos hace volver a sentir como entonces.

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