Laura Gimnasta
A ver, no os asusteis, que ni voy a ir a los Juegos Olímpicos de Pekin (o Beijing) ni nada por el estilo. Es sólo que he hecho algo que no pensé que fuera a hacer en mi vida: apuntarme a un gimnasio. Sí, yo, la vaga, la que corría con las manos en los bolsillos en los entrenamientos de baloncesto, la de las vueltas al gimnasio del colegio andando cada vez que se despistaba Paloma (era la profe que nos hacía sufrir dos o tres veces por semana), la que nunca pensó que podría resistir más de 3 minutos corriendo... La misma. Pero tengo mis razones.
En primer lugar que no quiero convertirme en una de esas señoras mayores de culo caído y brazos gordísimos y en segundo que soy demasiado joven como para ahogarme cada vez que tengo que subir los tres pisos de escaleras a mi casa. La tercera razón es la más poderosa de todas, tengo la boda de Pablo y Nisha el 24 de mayo y no quiero parecer una ballena envuelta en un shari, no es plan.
Así que alli voy todas las mañanas a las ocho y media, con el chandal que me regalo mi hermana esta navidad, unas zapatillas, de esas que te compras para salir y que por primera vez hacen su función como deportivas, y la bolsa de deporte con todo lo necesario dentro. Voy a aerobic, y a cualquiera que se le ocurra decir que eso es una bobada y que lo único que se hace es dar saltos le parto la cara. Porque es muy duro. Ahí con el step y las pesas. o haciendo abdominales, o el día que toca spinning que tienes ganas de morirte sobre la bici... Lo que decía, que es muy duro. Y a cualquiera que no me vea capaz de eso que venga a Ceuta a comprobarlo, a ver como salgo con la cara coloraita todos los días del Gimnasio Ushiro.
Lo que yo os diga, este verano la más en forma de la playa seré yo.
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