De padres salvajes, niños salvajes

Estoy pasando unos días en Madrid, he llegado hace 3 horitas y desde que he entrado por la puerta estoy pesando en el momento de sentarme a escribir aquí. Y todo a cuenta del viaje en tren que hoy ha sido de los memorables. Las gracias tengo que dárselas al matrimonio con dos niños pequeños que se han sentado delante mio y que han hecho imposible cualquier actividad que no fuera la de resoplar y tener ganas de pegarles un sopapo.

Habrá ante esto quien piense que soy una chunga... pero me gustaría haber visto como soportaban 6 horas con un niño y una niña, de no más de 4 años, revolcándose por el suelo, pegando patadas, salpicando agua y pegando gritos. A todo esto los padres prácticamente sin inmutarse, de vez en cuando fingían que les castigaban (pienso que debido a las miradas de reproche del resto de viajeros)pero el resto del tiempo lo han pasado leyendo tranquilamente o durmiendo.

Yo no he hecho ninguna de las dos cosas, tenía mucho que rumiar... y a los apuntes de Historia no les he hecho ni caso... Un desastre. Eso sí, mañana salgo de compras con mi madre y he quedado por la tarde con una de mis mejores amigas. Nunca pensé que las necesitaba tanto.